¡Sin agua en invierno! ¡Hartos! Mientras Sameep dice que instala equipos “para mejorar el servicio”, miles de vecinos siguen sin agua desde hace ya muchos días. La paciencia se agota en los barrios y crecen las críticas a la falta de inversión y previsión del Estado.

Desde hace más de 48 horas, miles de familias en Resistencia y zonas aledañas padecen la falta total o la bajísima presión de agua potable. La situación, lejos de ser nueva, vuelve a poner sobre la mesa la desidia estatal y el deterioro del sistema público de provisión de servicios básicos.

Sameep, la empresa provincial de agua, informó por estas horas que se encuentra instalando nuevos equipos en el sistema de bombeo, específicamente en la Cisterna Central y Cisterna Norte. Según el comunicado oficial, las maniobras buscan "optimizar el abastecimiento" en la zona centro y norte de la ciudad, aunque reconocen que los trabajos pueden provocar "baja presión" en numerosos barrios.

Pero en los barrios, lo que se vive no es una simple baja presión: directamente no hay agua. En Villa Prosperidad, Villa Camila, Monte Alto, San Jorge, Caraguatá, Güiraldes y alrededores del Perrando, entre muchos otros, los vecinos denuncian que no pueden cocinar, lavar ropa, limpiar o siquiera bañarse. “Estamos en invierno, volvemos de trabajar con frío y ni siquiera podemos ducharnos. Esto es inhumano”, se repiten las voces.

Las promesas de mejoras no alcanzan para calmar la bronca que se acumula. Los habitantes apuntan directamente a la falta de inversión y a la inacción sistemática del gobierno de turno. “Año tras año vivimos lo mismo: obras que nunca terminan, soluciones provisorias, parches. Mientras tanto, nosotros seguimos sin agua”, expresó un vecino de la zona Sur, pero remarcó que la falta de agua en invierno es nuevo, sucede con el gobierno de Leandro Zdero.

La falta de agua no es un problema menor: es un indicador crudo del abandono estructural en una provincia donde, en pleno 2025, aún se naturaliza que barrios enteros puedan pasar días sin acceso a un derecho básico. Mientras la empresa habla de "respuestas a una demanda histórica", los ciudadanos padecen un presente de precariedad.

En definitiva, lo que ocurre en Resistencia no es solo una falla técnica, sino el reflejo de un modelo de gestión que no garantiza lo elemental. El agua no llega, y con ella tampoco la dignidad.