Los análisis científicos más recientes han identificado que 10 de los 16 estadios que albergarán la Copa del Mundo 2026 en Estados Unidos, México y Canadá ya se encuentran en zonas de muy alto riesgo de estrés térmico extremo. Estadio por estadio, los más afectados serán Arlington y Houston en Texas, y Monterrey en México, donde los valores del índice biometeorológico ajustado (UTCI) podrían superar los 49,5 °C entre las 14:00 y las 17:00 horas en días previstos para la realización de partidos.
Diez de los dieciséis estadios del Mundial 2026 ya superan los límites seguros de calor extremo: se pronostican valores cercanos a los 50 °C dentro de algunos estadios como en Arlington, Houston y Monterrey.
El problema no es solo el calor. Las condiciones de humedad, la reducción de oxígeno en el aire inhalado durante el ejercicio y las pérdidas de agua corporal se combinan para agravar el estrés fisiológico de los futbolistas, tal como señala Earth.org. Estas condiciones pueden provocar agotamiento, calambres, golpe de calor, deshidratación severa, especialmente en partidos con horarios de mayor radiación solar.
Para los espectadores, oficiales, voluntarios y trabajadores del torneo las consecuencias también son graves. Las temperaturas elevadas aumentan riesgos para la salud pública, la capacidad física de soportar calor durante largas jornadas, y hasta la calidad del aire. Es probable que los partidos vespertinos sean los momentos más peligrosos, y que se necesiten interrupciones, pausas de enfriamiento, restricciones o cambios de horario para evitar tragedias evitables.
Riesgo térmico extremo para jugadores y espectadores
Un informe reciente advierte que 14 de los 16 estadios propuestos para el Mundial ya exceden umbrales considerados seguros para jugar cuando se consideran los riesgos combinados de calor extremo, lluvias torrenciales e inundaciones, algo que considera una de las investigaciones publicadas en Phys.org.
En algunos lugares la infraestructura actual podría no resistir episodios de lluvias intensas, tormentas repentinas o crecidas de ríos, poniendo en peligro a aficionados, vías de acceso, sistemas eléctricos y logística. Se estima que para 2050, casi el 90 % de los estadios necesitarán adaptaciones climáticas sustanciales para hacer frente al aumento proyectado de temperaturas, olas de calor más prolongadas, patrones de precipitación más erráticos y mayor riesgo de inundaciones.
Estas adaptaciones podrían incluir techos retráctiles, mejoras en drenajes, superficies de césped resistentes al agua, mejores sistemas de evacuación o zonas de sombra para espectadores. Además, el impacto climático del propio fútbol está bajo escrutinio. Los viajes internacionales, la construcción y operación de estadios, el consumo energético durante eventos y la manufactura del merchandising generan una huella de carbono enorme, tanto de torneos mundiales como de ligas regulares.
¿Puede el fútbol adaptarse a este escenario?
En concreto, los investigadores recomiendan urgentemente replantear los horarios de los partidos para evitar las horas de mayor calor, especialmente entre las 14:00 y las 17:00, cuando los índices térmicos alcanzan su punto más peligroso. Asimismo, proponen pausas de enfriamiento más frecuentes, cambios en el calendario, uso estratégico de estadios con techos o estructuras que protejan del sol, e implementación de superficies de juego que reduzcan la retención de calor.
(Meteored)