Por Ursula Sabarece (*)

Me dirijo a ustedes (CisGeneros) en mi nombre  y como presidenta de FURIA TRAVEST  y quizás también de muchas personas  que siente esta misma frustración ante una situación que se repite con demasiada frecuencia: la de aquellos que, desde su lugar de poder o estatus quo, se arrogan el derecho de hablar en nombre de otros.

Constantemente vemos cómo personas en posiciones privilegiadas asumen la voz de grupos marginados o silenciados, sin haberles consultado o sin haber vivido sus realidades. Se erigen como portavoces, creyendo que su autoridad o conocimiento les da el derecho de representar las luchas y las necesidades ajenas.  Esto se vuelve especialmente grave cuando se trata de las disidencias sexuales, y en particular, de la población travesti y trans, cuya historia de lucha y resistencia ha sido invisibilizada o apropiada por quienes no pertenecen a su sector. Nuestras batallas, nuestras identidades y nuestros reclamos son propios, y nadie debería hablar por nosotros sin nuestro consentimiento.

Quiero dejar algo muy claro: nadie, por más poder que tenga, puede hablar por nosotros sin nuestra autorización. Si queremos que alguien sea nuestra voz, seremos nosotros quienes la, le o lo elijamos y le daremos ese permiso. De lo contrario, se convierte en un acto de arrogancia, una forma de perpetuar la misma dinámica de poder que muchos de nosotros estamos tratando de romper.

En lugar de imponer su narrativa, invitamos a estas personas a que, desde su posición de "privilegio", nos acompañen. A que utilicen su plataforma para amplificar nuestras voces, no para reemplazarlas. A que escuchen, a que aprendan y a que faciliten los espacios para que seamos nosotros mismos quienes hablemos.

La verdadera solidaridad no es hablar por el otro, sino ayudar al otro a que su propia voz sea escuchada.

Atentamente

(*)  Presidenta de Fundación Furia Travesti